Una celda de batería es una cosa pequeña y redonda, y contiene energía. Son pequeñas fuentes de poder que viven en gadgets como juguetes, linternas y teléfonos inteligentes. Varían en tamaño y tipo, pero todos hacen lo mismo: proporcionar electricidad.
Las celdas de batería convierten la energía química en energía eléctrica. Cuando usas un dispositivo que funciona con baterías, los químicos dentro de la batería generan electricidad. Esta corriente eléctrica da poder al dispositivo y trabaja con él.
Las celdas de batería están compuestas por tres componentes principales: un ánodo (el lado negativo), un cátodo (el lado positivo) y un electrolito (un líquido o gel que facilita el flujo de iones). Cuando esos iones fluyen fuera de la celda, completan un circuito, y — ¡zas! — electricidad. Esto provoca un flujo de electrones, lo que genera electricidad.
El ánodo generalmente está formado por carbono, mientras que el cátodo consiste en materiales basados en litio o níquel. El electrolito permite que los iones fluyan de un lado a otro, generando electricidad. Cuando recargas una celda de batería, los iones se mueven en dirección opuesta, permitiendo que la batería almacene energía nuevamente.
Existe una gran variedad de celdas de batería, con muchas aplicaciones diferentes. Entre ellas están las baterías alcalinas, que alimentan muchos productos del hogar, y las baterías de iones de litio, que se encuentran en teléfonos inteligentes y laptops. Cada una tiene un conjunto especial de características que la hacen adecuada para dispositivos específicos.
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